Pero en cuántas ocasiones hemos visto que la vida de aquellos que son el estandarte de esa imagen del éxito han tenido una existencia de todo menos exitosa. Personas atrapadas en la más absoluta infelicidad de una maquinaria creada sobre la apariencia para llevar al resto a desear tener, tener y tener lo que su estrella favorita representa y así que no se detenga la rueda dentada del consumismo capitalista.
Desde muy pequeños nos enseñan matemáticas, historia, ciencias, etc, pero no nos enseñan a tener y a practicar una relación equilibrada con nosotros mismos y con los demás. Nos fijan a base de reproches que lo que los demás piensan es más importante que lo que nosotros opinamos. Algo que nos lleva desesperadamente a intentar conseguir que todo el mundo nos quiera, a demandar su atención, su visto bueno sobre lo que hacemos o decimos.
Quizá por ello, la mayoría pretendamos ser estrellas del pop, de la comunicación, del cine... para que millones de personas nos quieran incondicionalmente porque nos falta ese cariño materno. Pero de qué vale eso si no te quieres a tí mismo. Y dale con que la abuela fuma. ¿Cómo se consigue eso? Yo hay veces que me adoro y otras que me detesto.
Miles de libros de psicología nos dicen que cada sentimiento viene precedido de un pensamiento. Es decir, si ahora te sientes mal, solo o triste es porque piensas que estás mal, más solo que la una o tan triste que nada tiene sentido. No mires alrededor para buscar la solución. Mira dentro. Si conseguimos escuchar lo que pensamos con tranquilidad y nos escuchamos sin juzgarnos, cazando al vuelo el constante flujo de pensamientos, nos daremos cuenta de que somos algo más que esa voz en la cabeza. Algo mucho más grande que forma parte interconectada de este mundo. Y que todo tiene solución, por lo que no debemos perder el tiempo lamentándonos y sí buscando soluciones. Porque solas no llegan. Como dice el padre de una amiga: "no te preocupes, ocúpate".
No pierdas el tiempo, ve a por lo que realmente quieres en este momento. Tienes dos caminos o seguir lamentándote o ser aquello que tú deseas. Da igual lo que opine el resto, de ahí la importancia de tu autoestima.